Anciano, solo y devastado
cuando ya no quedan lágrimas
y el corazón es un humilde harapo
lejos queda ya la última cima
y el silencio ocupa su espacio en el pasado.
Volveré a tu casa por el camino viejo
florecerá la rosa en un surco del campo labrado
agitada por la brisa del último lamento.
En el sendero umbrío tantas veces transitado
deambula el alma con su paso incierto
dibujando un grito sobre el aire helado
tenaz el destino, su gélido aliento
congela el paso ya tenue y cansado
un siglo, un instante, se confunde el tiempo
la noche y el día ya son uno, la luz y el ocaso
un suspiro, un adiós en un golpe de viento.
Zero Juglar Enero 2015
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