Guajira a un yegüero corucho para su hijo Rafa
La primavera avanza en El Vallejo, hoy nacerá un potro nuevo. El resto de la yeguada retoza en los prados de Cenicientos entre el verde del pasto y la plata de las rocas de granito. Rodeado de encinas, olivos y viñedos el yegüero asiste al parto preocupado por el agua que no acaba de llegar y que augura un duro verano y aún peor invierno, consciente de que el primer año de su vida será crucial para el futuro del potro que va a nacer. Mientras tanto espera la suave queja de la madre que anunciará la proximidad del nacimiento contemplando a otro recién nacido jugando en el prado:
Brinca al cielo dibujando con su cola
la curva inquieta y retorcida de un sarmiento
honrando al bello paisaje ceniciento
con la alegría inmensa de su feliz cabriola.
Rocas de granito esculpidas al viento
y una gota de nada en la rama del olivo
enebros, encinas y peña dan abrigo
al lienzo virgen y azul del firmamento.
De verde y plata en el campo amanece
entre hierba y piedras surca un suave lamento
que susurra al potro su primer aliento,
un soplo de vida que al valle estremece.
Curtido el yegüero por el sol y el tiempo,
acaricia a su yegua contemplando el cielo
gotas de lluvia caen sobre su pelo
rompiendo el temor a un futuro incierto.
Zero Juglar (Primavera 2011)